Prefiero a los perros de Pavlov
La famosa experiencia de Iván Petrovich Pavlov, este medico ruso que fue premio Nóbel en 1904, consistía en hacer sonar una campana justo antes de dar alimento a un perro, llegando a la conclusión de que, el perro comenzaba a salivar nada más al oír el sonido de la campana. Esto es la Ley de Reflejo Condicionado y es tan simple como decir que aun cuando el estimulo sea cambiado se puede obtener la misma respuesta.
Uno de los casos más recientes que me toco observar es como la Ley de reflejo condicionado es aplicable a los seres humanos, eso si, sin campana.
La respuesta, repetida y mal gastada de escapar para adelante, por si sola ya resulta entre cobarde y patética, pero a eso sumarle un cambio de estimulo de la verdad a la mentira y obtener la misma respuesta es como muy fuerte, a Don Iván hay que darle otro Nóbel.
¿Pero que paso desde la campanita inofensiva hasta las mentiras verdaderas?
La necesidad extrema de protagonismo y la falta de capacidad para obtenerlo por merito, genera falsos estímulos, sensaciones apocalípticas sin asidero en la realidad de las cosas. Y nuestros perros de la historia, un grupo de seres humanos que actúan igualito igualito que los de Pavlov siempre de misma manera, siempre la misma respuesta, sin ningún interés de conocer la verdad.
Ahora bien... si a los perros no le daban el alimento, más allá de cuando y porque hacían sonar la campana, se hubiesen muerto, necesitaban ese alimento para vivir.
Tristemente he visto como nuestro grupo de humanos no necesitan de la verdad para vivir,
Visto esto..... Prefiero a los perros de Pavlov.
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