ESTAMOS INVITADOS A TOMAR EL TE.
Aquel ritual se repetía una vez más, el mantel, las tazas y una tetera vacía, pero para ella todo estaba dispuesto para el juego, un juego de niñas, en el cual se aprende la cortesía de ser la anfitriona.
Con una melodía parecida a la de una caja de música, ella ofreció a sus “invitados” el té, unas galletas invisibles, y una sonrisa.
Sus invitados con mirada fija, cada cual desparramado en su silla como ella los habia sentado, no decían nada, estaban inmóviles, ella les ofrecía la merienda y asumía las respuestas que niguno le daba, pero así lograba entretenerse, mientras que la música sonaba.....
-¿Gusta otra tasita de té Sr. Gulins? – repitió, pero no obtuvo respuesta.
Rapidamente hizo notar su enojo, comenzaba a aburrirse; se levantó repentinamente y se dirigió hasta el lugar que ocupaba el Sr. Gulins, tomó su silla por el respaldo y en un movimiento brusco se la sacó para que callera al piso, una vez allí lo tomó de un pie y lo arrastró, ya no jugaría con él.
Como si nada hubiera pasado, ella se dispuso a continuar con su juego,
-¿Quieres galletas María?
-Vamos María, contéstame
Además del silencio de María, la canción había terminado. Por un instante el espacio quedó suspendido, aquello ya no la divertía. Se mostró caprichosa y toda aquella vajilla con las galletas y el té imaginarios quedaron esparcidos por el suelo cuando con movimientos torpes los fue revoleando.
Los gritos no se hicieron esperar
-Abrí la puerta, es tu última oportunidad.
Al escuchar la voz, se paralizó en el lugar y llevo sus dos manos a la boca, en su gesto estaba el asombro de haber sido sorprendida, y la aceptación del castigo que vendría después.
Inmediatamente la entrada fue derribada por la policía, alertados por un vecino que había descubierto el charco de sangre asomando por la debajo de la puerta, lamentablemente el Sr. Gulins y su esposa María habían encontrado la muerte a manos de aquella asesina serial.
FIN
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