Dentro de

LA NEGRA - Un cuento breve

La Negra presintió que aquella noche sería distinta, todo estaba igual que desde hacia un tiempo, pero algo imperceptible, inclusive para ella, inundaba el ambiente.

Había nacido allí en su cautiverio, en 1792 y con un destino marcado. En su grupo había doce, siete de ellas eran blancas y las otras cinco negras, como ella.
 Todas habían tenido la misma suerte, destinadas a servir a quien llegara, sin poder elegir se resignaban esperando un trato delicado, o cortes al menos.

Sabían de maltratos, de hombres que a pesar de decirse lo más mentado de la sociedad, las habían golpeado, hecho sufrir, tensado hasta hacerles sentir que algo en su interior se quebraría, inmóviles sin poder decir nada tenía que enfrentar las caras de aquellos hombres que apoyaban sus manos sobre ellas.

Pero había un hombre distinto, en sus manos había cortesía, habilidad para sacar de ellas lo mejor de sí, lograba la mayor entrega de ellas, y tenía una predilección por La Negra, hacia tiempo que su mirada se detenía en ella con la seguridad de conocerla, de saber que ella era capaz de dar algo extraordinario, aun en su encierro.

La Negra pensaba en su libertad sin resignarse, sin rencor, más bien su todo se llenaba de esperanza, para ella la liberación estaba en los ojos de aquel hombre, del que no había podido evitar enamorarse. Aquel al que había decido mantenerse fiel, a pesar de tener que servir a los otros.

Como cada noche, el espacio comenzaría a llenarse de vacío. Como cada noche el telón se correría y quedarían al descubierto, a merced del hombre que cruzaría el umbral, entregadas a sus manos. La Negra sabía que esa noche sería distinta.

Así lo fué, en un frío silencio, el hombre de sus sueños se acercó a ella, ceremonialmente se acomodo, se dispuso a tomarla suya, antes, la miro fijamente como si el tiempo se hubiera detenido, como si el espacio fuera solo el que cabía entre el y ella, el resto estaba difuso, estaba en el no ser.

En ese éxtasis fue como él se fundió con ella, la liberó para siempre, la libertad era finalmente un resplandor que sentía cada vez que los ojos de aquel hombre le anticipaban lo que vendría, aquella noche La Negra brilló, el hombre había soñado para ella y ahora la invitaba a su sueño increíblemente extenso, con un laberinto interior lleno de tensiones que se resolvieron en una explosión de tonalidades en la fuga final.

Después de esa noche, La Negra, la tecla del piano llamada formalmente, Si Bemol, dió la más bella tonalidad a la pieza, que su autor llamó Hammerklavier o Sonata para Piano nº 29 y es considerada una de las piezas más complejas de Ludwig Van Beethoven, quien al crearla dijo “ya se componer”.


                                                            FIN.


Para quien quiera escuchar parte de la pieza que me inspiro, ejecutada por el Maestro Argentino Barenboin:


3 comentarios:

  1. Impredecible!! es lo que me facinan de los cuentos, crear en mi mente una historia que concuerda con cada letra de lo escrito y de repente descubrir que habia otra historia que también concuerda perfectamente con lo escrito pero que nunca ví.
    Es unico poder tener una mente que vague por un mundo en paralelo.
    TKM

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  2. Genial!,coincido con Dabu, final impredecible,si tus heroicos escapes a las letras son como este cuento, que se conviertan en viciosos para que NO pares de escribir,sabés que te quiero mucho!

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  3. Me encantó, quiero más, más, más y más =)

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