Decisión – Cuento Breve
Era una noche más de incertidumbre. Hasta cuando seguiré con esto, pensó. Sentía que las cosas podían ser de otra manera, sentía que aquello no era bueno para él, su debilidad sería en definitiva la fortaleza ajena.
Una voluntad dañada, sumida en los facilismos de siempre, en las auto justificaciones eternas e inútiles.
Sus raptos de firmeza solo duraban hasta cada noche, siempre a la misma hora, siempre lo mismo, siempre saber que la debía esperar.
Aquella noche miró el teléfono y se dijo a sí mismo basta, ya no más. Como un juego perverso de su propia mente, cuando terminó de decirlo sus pensamientos se invadieron de recuerdos, de todas aquellas noche anteriores, lejanos hasta el punto de perderse, de no poder recordar cuando había comenzado todo.
Prendió el televisor, miró sin ver, lo mismo de siempre, aquellas noticias editadas para parecer interesantes, pero eran solo miradas contadas como verdades.
Se paró, abrió la heladera, y logro permanecer más tiempo frente a ella que lo que había pasado frente al televisor. Repasaba el cuadra blanco y vacío, los estantes, aquella botella de agua, el medio limón, sin poder imaginar cuando había sido consumida la mitad que faltaba. Era una heladera vacía, una ironía, podría haber sido un espejo que reflejaba su propio estado, estaba vacío tratando de pensar en algo, para no volver a pensar en nada, en ella, en el llamado que no iba a hacer.
En la internet encontraría algo con que entretenerse, googleo y googleo cosas sin sentido, aprendió que PAPA es el acrónimo de Petri Apostoli Potestatem Accipiens, que en latín quiere decir "El que sucede al Apóstol Pedro" y que la gestación de la salamandra negra de Los Alpes tiene un período de 3 años con 2 meses.
Miró el reloj, desde que había tomado la decisión de no llamar, habían pasado 17 minutos. Decidió ducharse, como un modo de ocuparse de algo, de si mismo. Luego eligió su ropa limpia casi sin pensar, frente al espejo notó que en vez de ponerse ropa para dormir como tenía planificado, estaba totalmente vestido, en vez de sus pantuflas tenía zapatillas. ¿Cómo había podido su inconsciente llevarlo hasta ese lugar?
Finalmente con las manos sudadas tomó el teléfono, no había podido resistir, y ya no quería pensar en ello, por lo menos hasta la noche del otro día cuando volvería a intentarlo, con o sin éxito, pero hoy no, hoy había sucumbido. Hoy esperaría nuevamente en el sillón mirando la televisión que luego de la llamada tenía sentido, lo entretenía. Como algunos días, luego de llamar, lo entretenía la Internet hasta hacerle perder la noción del tiempo.
El portero finalmente sonó, la frase repetida de todas las noches, “ya bajo”, dijo.
En el ascensor se miro al espejo, ese espejo que a todos le hacia lo mismo, el no era la excepción, se peinó. Llegó al hall y allí estaba, verla le hizo olvidar la culpa de caer todos los días ante ella.
Abrió la puerta con una sonrisa, la tomo con sus manos, la subió por el ascensor sin decir nada, solo sintiendo su perfume embriagador, la deseó.
Llegó a la puerta, la que cerró con su pie, allí estaban el uno para el otro, como cada noche. Se sentó, abrió la caja y por fin se entregó a la primera porción de esa pizza grande de muzzarela, mañana comenzaré la dieta pensó sin culpa.
FIN
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