El cansancio es jueves



Recuerdo que de niño, los días eran más largos, el fin de semana se descansaba, y las dos semanas de vacaciones de invierno eran semieternas. A la medida que fui creciendo pase de empujar las agujas del reloj a no poder alcanzarlas.

Las rutinas, y los tiempos se agotan en sí mismas, me agotan, y el cansancio es jueves, con la sola esperanza de, gracias a Dios, tener que escalar solo un día más de trabajo, y refugiarme en la ilusión de descansar el fin de semana.

Ya no queda tiempo libre, lo que significa que todo tiempo es esclavo. La falta de tiempo es una epidemia que nos ataca a todos y muy habitualmente, pero ¿no hay más tiempo que vida? -como me dijo algún vez el Sr. Monge-

No será que la aceleración procede de nosotros mismos, del efecto “Pac-Man” que nos dejo aquel video juego, donde para ganar había que correr, escapar y consumirlo todo. Solo en cuatro oportunidades al comer la pastilla mágica podíamos dejar de escapar y correr nosotros a los fantasmas, una analogía trágica y cómica de las vidas urbanas.



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